Déjame que te cuente … Reiki. Mis primeros pasos.
Del Reiki había oído hablar vagamente. Por alguna razón inexplicable, que más tarde asociaría a la pura ignorancia, relacionaba esta técnica con rituales esotéricos de invocaciones de unos cuantos sibaritas acostumbrados a sustancias psicotrópicas u otros sucedáneos más normalizados.
Empiezo por aclarar que mi capacidad de juzgar, que no mi juicio, estaba ampliamente desarrollada y surgía de manera automática. Ni que decir tiene que desconocía absolutamente todo sobre sustancias psicotrópicas, sucedáneos y sibaritas. Sabía mucho menos en qué consistía la energía Reiki, pero mi atrevida mente imponía su acostumbrada argumentación defensiva.
Por suerte, a menudo mi curiosidad y mi pasión por descubrir superan mis miedos y esa parte más racional que todos tenemos me impulsó a explorar. Quería entender aquello que algun@s experimentaban sin llegar a morirse en sus prácticas. Gente normal que compartía resultados inexplicables después de haberse sometido a aquella “sospechosa” actividad.
Como no puede ser de otra manera, no hizo falta ir en busca de nada. Un encuentro de reikistas se organizó a escasos metros de mi casa y algunos conocidos participaban. La invitación a asistir no tardó en llegar y algo en mi alma se expandió en forma de alegría por la oportunidad de poder observar y comprobar por mí misma todo aquel misterio.
El encuentro tuvo lugar en un clima amistoso y relajado, donde se compartían sesiones de Reiki y distendidas conversaciones en un espacio natural, que ellos llamaban de sanación, a cuyos anfitriones agradezco profundamente la invitación y la acogida de una jornada que, sin duda alguna, cambiaria mis criterios y abriría paso a un hermoso mundo de oportunidades.
Aquel día fui con la intención de ser una simple observadora de aquel entorno de árboles y camillas y no consigo recordar cómo me encontré tumbada sobre una de ellas rodeada de aromas primaverales y un sutil perfume de algún incienso.
No sentí nada, al menos nada que mi mente en alerta pudiera constatar. Observé que unas manos se posicionaban siguiendo mi cuerpo de la cabeza a los pies, deteniéndose en algunas zonas dónde podía apreciar un pequeño incremento de la temperatura, que por supuesto justifiqué por la proximidad de las manos.
De cualquier manera me sentía bien, relajada. Recuerdo que durante unos segundos otras manos se sumaron al ritual y contactaron con las plantas de mis pies. El contacto provocó un agradable escalofrío que intenté comprender, sin éxito. Con los ojos cerrados empecé a observar la reacción de mi cuerpo y de mis sentidos. Me sentía acogida, atendida, cuidada. Mi nivel de exigencia y mis expectatives dejaron paso a la calma mental y algo en mi se llenó de gratitud mientras mi mente ya empezaba a construir añoranzas futuras de ese presente.
Acabé la jornada procurando no analizar nada. Sólo observaba cómo me hacía sentir lo que observaba. Y sólo me hacía sentir bien. Un “bien” que no supe definir entonces.
Al día siguiente no pude más que desayunar y pasar el día tumbada en el sofá. Sentía todo mi cuerpo muy cansado y con malestar muscular, como cuando nos preparamos para una buena gripe. A parte de ese penoso estado físico, me seguía sintiendo bien. ¡De hecho, más que bien! ¡Me sentía satisfecha de sentirme así! Estaba constatando en propia carne que aquella sesión de Reiki había movido alguna cosa. No sabía si buena, mala o todo lo contrario. Y no importaba. Sólo entendí que se me había permitido comprobar que aquella técnica removía alguna cosa que, en mi caso, se manifestaba a nivel físico. No existía mejor manera de poder convencer a mi mente racional… y “quién fuera” lo sabía.
No tuve ningún problema para rendirme a lo que para mí fue una evidencia y para agradecer la oportunidad que se le había brindado a mi testaruda mente.
Tras este primer contacto con la técnica decidí iniciar alguna formación. Busqué sin poder coincidir con ninguna durante algún tiempo. Mi impaciencia, y desconocimiento de cómo funcionan los tempos en estas cosas, atrajo a mí la formación de un primer nivel de Reiki y para allá se encaminaron mis pies arrastrando de los pelos a mi mente reticente.
**Próximo: Reiki. Primer día de formación
**Anterior: Tècnicas de sanación
Comentaris
Publica un comentari a l'entrada